miércoles, 6 de mayo de 2015

Silencio interior

Como la mayor parte de los día al despertar, me imagino sentada escribiendo, sin pensar en el tiempo. Páginas y páginas de frases que expresan y definen todo aquello que he vivido... y no sólo eso, sino que puedo vivir para contar.
... para contar ¿a quién?

Tal vez el destinatario no sabré nunca quien ha sido.

Aquellos con los  que he compartido mi vida, piensan que ya lo saben todo sobre mí, y no tienen interés, curiosidad, deseo de comprender y comprenderme, ... o tal vez sí.

No escribo para ellos.

Otros que han ido pasando y aún están en mis recuerdos (han sido en el pasado y ya no están), difícilmente llegará a sus manos mis escritos.

No escribo para ellos.

Ahora están los que acaban de llegar. criaturas que llenan de nuevo mi vida. Que me traen la alegría, alegría de vivir; la esperanza de un futuro que se hace presente cuando les veo crecer; cada día un poco más altos, más fuertes, más autónomos, con mas conocimiento y más sabiduría. Cada instante les aporta más libertad; les hace más personas, más independientes...

No escribo para ellos.

Entonces ¿para quién escribo?.

Tal vez me he formulado la pregunta de forma inadecuada.

Para llegar al fondo de la cuestión mejor será seguir el método: ¿qué?;  ¿cómo?; ¿por qué?.
de las tres preguntas básicas., la que verdaderamente me trasciende es ¿por qué?.

Silencio interior.

Reflexiono sobre ello, sobre el "por qué" de escribir. Son muchas las aparentes razones que me llevan a hacerlo. Unas de índole material: porque tengo papel  y lápiz; conozco la técnica gráfica para estampar en una superficie limpia signos que identifican conceptos; conozco también los recursos gramaticales de la oración: sujeto, verbo, y predicado, que hacen comprensible lo que escribo.
Sin duda todo ello es necesario, sin estas realidades no podría escribir, pero no son la respuesta al ¿por qué?.

Nuevamente silencio interior.

Oigo sonar las cuerdas de un piano. Me concentro en escucharlas y el silencio interior se hace más profundo.

Es silencio de voces, de pensamientos, de ruido,... Pero no es vacío interior.

El sonido de un arpeggio en el piano, me lleva de nuevo a la pregunta: ¿por qué? ¿por que escribo?.
Imágenes sonidos y palabras van deslizándose en mi mente al son de esa música que suena y que me hace comprender que es la partitura de mi vida lo vivido; lo soñado; lo anhelado, deseado y esperado; lo perdido; lo encontrado; lo buscado, lo logrado; lo compartido; lo entregado...

Todo ello me impele a escribir, con un afán de permanencia perpetua, de no olvidar anécdotas, ni trascendencias personales.

Sin embargo, cuando por fin me decido compruebo que todo ello tan solo vivió en mí y solamente desde mi perspectiva puede ser comprendido y amado. No obstante, en otro momento, lo escribiré porque sé que será respetado por ti, lector desconocido, si le dedicas unos instantes de tu vida a leerlo.

En definitiva ya tengo la respuesta:  Solo escribo por mi.


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