jueves, 20 de mayo de 2010

La diferencia

Pasa el tiempo y sin saber como la vida...
Todavía recuerdo el primer coche que tuvimos: Un R-5, amarillo (como ese tractor que algunos tienen, con él hicimos kilometros de trabajo y algunos viajes. Cuaándo lo vendimos nos dieron por él más del doble de lo que había costado, sólo tenía tres años y en esos momentos, los precios de todo subieron muchisimo, de modo que en vez de devaluarse, se reevaluó. Pero lo que más se reevaluó fué nuestra vida. Teníamos una niña y el desplazamiento al lugar dónde íbamos de vacaciones fué un poco caótico. Cada vez que parabamos, para que la niña y yo pudiesemos bajar del coche, tenía mi marido que sacar el cochecito de paseo del bebé, la bolsa con los biberones y demás "utilidades"... que hacían el viaje en el asiento delantero, el cual había que levantar para dejar paso y poder salir.
Visto lo visto, decidimos a la vuelta que había que hacer una cambio del vehículo y así lo hicimos.
Desde entonces pasaron, para cubrir nuestras necesidades, un R-14, un VOLVO, un Passat, así como otro R-5 , esta vez rojo, un Daewo, un Opel CORSA, y ahora un BMW...
Cada uno ha sido retirado con más de 200.000 km, alguno con casi 300.000 km. Ciertamente la vida pasa deprisa... a mucha velocidad, pero sobre todo con muchos kilometros.
Siempre que hemos ido a ver coches con la intención de comprar, he constatado que lo que una mujer o un hombre le piden es algo muy distinto.
Lo que pide una mujer es que le lleve al punto de destino y le traiga a casa sana y salva.
Lo que pide un hombre es que tenga "repris", ABS, buena velocidad de crucero, cinco o seis marchas (sin contar con la marcha atrás), climatizador, manos libres, GPS, dirección asistida, tablier de ....
Está claro... no pedimos lo mismo.
Le explicaba a una amiga mi reflexión y me di cuenta que es el "signo externo" de los hombres, del mismo modo que para las mujeres de mi generación lo era el tener un anillo de brillantes. Podía ser un solitario, un rosetón, una alianza, una "alacachofa", esos que tienen tantos que para poder colocarlos han de estar asimétricos y distantes como una alcachofa con las hojas abiertas...
Por mucho que algunos teóricos se empeñen, nunca veremos, ni valoraremos, las cosa del mismo modo, ser hombre o mujer marca la diferencia... pero esa diferencia no es mejor o peor, es sólo SER DIFERENTE. La igualdad está en la dignidad, en lo interno, en el cómo se és, en qué se és, en quién se és, no en lo externo, por eso en los signos externos podemos y somos diferentes...