martes, 15 de marzo de 2011

Recordando el pasado

Supongo, y tal vez sea mucho "el suponer", que lo que cada uno de nosotros entiende como feminismo es diferente.
Voy recordando a lo largo del desarrollo del curso, que vengo de un momento histórico en que lograr el acceso a la Universidad de las mujeres fué un reto que, aunque socialmente era "bien visto" la realidad nos decía que "era mal tolerado". Por poner una anécdota personal: en una ocasión un vecino al que yo le argumentaba lo que él no quería oir, zanjó la polémica con un "sabes demasiado para ser mujer"...
En esa misma época leí, entre otros el libro de Betty Friedan "La mística de la Feminidad", sin duda fué un factor influyente en mi formación de criterios, aún cuando no lo leí por motivos académicos. curiosamente, y en contraposición de lo que expresa Angel Fernandez:
Lamentablemente, en mi opinión, siempre habrá una gran barrera en la división de tareas entre hombre y mujeres, una de las barreras más grandes y duras de romper, como es la religión. Algunas de estas hacen creer de forma innata la superiordad del hombre ante la mujer, la imposibilidad de que la mujer crezca y se iguale en todos los aspectos al hombre y ante la fe por una religión no creo q nunca se pueda hacer nada
El libro me lo recomendó un jesuita. En la Iglesia hay hombres y mujeres que piensan en distintos sentidos, y su pensamiento personal, se confunde con el pensamiento de la verdad del Evangelio. Cuando podemos leer en él :"Ya no hay hombres ni mujeres, sino que todos somos uno en Cristo" Pablo de Tarso (San Pablo). O el mismo Jesús (el de Nazaret) que se acercaba las mujeres, compartiendo con ellas y revalorandolas, cuando en esa sociedad no era bien visto, las mujeres no eran ni ciudadanos.
Volviendo a Betty Friedan y su libro en él nos mostraba que el "diseño" de la mujer venía de los hombres. Aprendí bien lo que eso podía significar y determiné prepararme igual que un hombre y decidir en cada momento lo que quería hacer o no hacer. Debo explicitar que en ello tuve siempre el apoyo de mi marido, aunque en alguna ocasión la evolución de su pensamiento, no iba a la misma velocidad que la mía. Pero siempre lo respetó, y me apoyó.
De esta guisa unas veces opté por una aparenete división sexual del trabajo, aparente porque se parecía a la que otras mujeres hacían sin haber escogido ellas, y otras veces opté por un trabajo que era entendido como "más propio de hombres".
Pienso, como ya he deseado expresar en otras aportaciones, que las mujeres seremos lo que queramos ser, pero sin duda hay que saber qué es lo que quieres ser. Nadie nos librará de nada si nosotras no tenemos claro que lo queremos. Eso implica una voluntad ferrea de ser persona. Persona hombre, persona mujer.

Solamente quien ve la meta se dirige hacia ella salvando los obstáculos.
El mayor obstáculo es uno mismo.
Hay que tener una meta.
La meta para mí es ser persona libre, responsable de esa libertad, sin miedo a ella.
Esto último también lo aprendí en los libros, "El Miedo a la Libertad" de Erich From, y sobre todo en la vida.